Por Yaneth Urrego Betancourt
¿Cómo manejar el duelo por la muerte de una mascota?
Un área relativamente nueva de la ciencia es la antrozoología, que se encarga de estudiar la relación entre el humano y el animal. Aunque los pets o peluditos nos han acompañado desde los ancestros, siendo una compañía de protección en las diferentes tribus, es innegable que la reciente pandemia ocasionada por la Covid-19, desató un espacio donde las mascotas suplieron en gran medida el afecto y compañía que no tuvimos con otros seres humanos, especialmente durante el confinamiento.
Se calcula que cerca de 40 % de los hogares en el mundo se decidieron por buscar una mascota o una nueva mascota, aumentando los miembros de la familia. Y si ya los animales no son vistos como aquellos que hacen guardia y avisan de ladrones o de ratones, sino que han llegado a ser ese miembro de la familia que nos acompaña a un sinnúmero de actividades como hacer ejercicio, comer, dormir, hacer tareas y hasta en el teletrabajo. Y que cada vez sea con su cola, saltos o maullidos expresan la emoción del reencuentro.
Como mamíferos, al igual que nosotros los humanos, la conexión que existe está explicada por ese sentimiento de seguridad que excita áreas cerebrales cuando hay un apego seguro, es decir, en el vínculo, el animal puede sentir que su dueño, o más bien su hermano humano, o su papá humano, le provee de protección ante sus necesidades de alimentación, bebida, sueño, juego y afiliación.
Pero a la vez, este vínculo se hace recíproco; como compañía, el humano puede sentir que su mascota también se encarga de sus necesidades, reacciona ante su estado emocional y muchas veces también da consuelo, de allí que, en la psicología, la terapia ya sea clínica o de rehabilitación ha evidenciado el efecto positivo de los animales en los procesos cognitivos, afectivos o comportamentales.
Claro, no todos pueden sentir ese grado de empatía, en especial si no gustan de la convivencia con animales y les será difícil comprender estos niveles de afecto.
También se hace necesario aclarar que cualquier apego ya sea a un humano, animal o a algún objeto que produzca sufrimiento, adicción, ansiedad o malestar extremo necesita de un acompañamiento o por lo menos una orientación psicológica.
¿Pero qué hacer ante la pérdida?
Cuando creamos vínculos es necesario realizar la elaboración del duelo y expresar el luto. En el primer caso, se elabora el dolor ante la pérdida y ante la separación que indica que no va a haber un reencuentro, siendo ante todo un proceso. En el segundo, hay una expresión comportamental después de la muerte que indica a sí mismo y a los demás una gran pérdida. Aunque para algunos esta no pueda ser equiparable a la de un familiar humano, no se puede negar que también nuestros pets son miembros cercanos de la familia.
El nivel de dolor puede variar a partir de diferentes elementos: el tiempo de convivencia, la personalidad de la mascota, la etapa de vida en la que nos acompañó, las actividades que compartíamos, el ciclo de vida de la mascota, la presencia de otras mascotas, la historia y experiencia de la muerte de otras mascotas, la causa y proceso de su muerte, el motivo por el qué decidimos tenerlas y las experiencias de vida que compartimos. Estos son tan solo un sinnúmero de variables que explican este dolor. Valga también decir, que el dolor no depende del tamaño o tipo de mascota, se puede producir dolor por un pez o por un perro de igual forma.
Siendo así, debemos tener en cuenta:
A pesar de lo doloroso es necesario estar enterados de la pérdida, en especial si el dueño es un niño o si los dueños estuvieron ausentes en la muerte, debido a que queda un vacío de cómo fue la muerte. Si bien, se cree que al ocultarle la noticia de la muerte les estamos protegiendo del dolor, es necesario manejar la certeza y se debe expresar que hubo un deceso. También aquí hay un aprendizaje, la vida y la muerte se encuentran ligadas y es una realidad que debemos asumir.
Al dar la noticia es importante darla con respeto y cariño, sin expresiones extremas de angustia. Por tanto, la persona con mayor regulación emocional o la más cercana al dueño de la mascota será la más opcionada para esta tarea. Tampoco hacer comentarios sobre lo positivo de la pérdida (ya que hay animalitos que destrozaban, ensuciaban o producían gastos que generaban conflicto). De igual forma, no ser tan descriptivos sobre el nivel de sufrimiento, sí lo hubo, especialmente con los niños. Pero reconocer que se hizo todo lo que estuvo al alcance y con mucho amor y cuidado.
Validar y contener al otro en su dolor. Es habitual que se enseñe a que este es un evento que simplemente ya pasó y debemos superarlo; antes de llegar a ello, es importante reconocer la pérdida, dar el sentido pésame y transmitirle empatía, es decir, hacerle sentir que entiende su dolor, evitar usar expresiones como “sí, la vida es así”, “debemos acostumbrarnos” o “es tan solo un animal”. Más bien usar expresiones como “estoy contigo en este momento”, “lamento tu pérdida, pero estoy para lo que necesites” o simplemente un abrazo y prestar el hombro para llorar.
Hacer los ritos, sin que se vuelva un problema adicional. Actualmente, se presentan muchas ofertas de velaciones o ceremonias funerarias. Esto puede volverse un estresor adicional, porque requiere unos recursos económicos y de tiempo, que pueden ser difíciles de asumir cuando en el hogar hay otras necesidades. En este caso debe ser respetable las creencias que acompañan las perdidas en el grupo familiar, pero de igual forma tener opciones también realistas. Si la decisión es solo tomar las opciones de sanidad, esto no implica que sea de menor importancia a la pérdida. Se puede organizar una despedida mientras se realizan los procedimientos, o si ya se sepultó al animalito, se puede hacer una despedida simbólica. En los niños ayuda, realizar una tarjeta de despedida, y en los adultos una carta.
Después de las ceremonias, uno de los sentimientos más difíciles es la sensación de vació ya que hay un espacio que no llena la mascota. Y esto, además, es recordado por los juguetes, cama, objetos y sitios que nos lo recuerdan.
En estos primeros días el duelo se facilita dejando que se exprese este dolor sea con palabras o con lágrimas, no importa su intensidad y duración, es necesario sentir. Poco a poco cada uno en su tiempo podrá ir soltando estos objetos, sin que esto implique soltar los recuerdos o el amor que se tuvo a la mascota. No es necesario hacer solicitudes de “debemos ser fuertes”. De igual forma, es comprensible que nuestro estado de ánimo se afecte en los diferentes contextos (escolar, laboral o social). Por tanto, se puede compartir este sentimiento a diferentes personas.
No reemplazar la mascota de inmediato. Tendemos a pensar que el tener otra mascota solucionará el dolor de pérdida de la otra. Si bien puede funcionar como distracción, esto no implica que hayamos superado el duelo, por el contrario, puede ser contraproducente debido a que solo tendrá un efecto de evitación y escape con un duelo suspendido, el cual a su vez puede convertirse en un duelo complicado o no elaborado.
No renunciar a las mascotas de por vida. En el otro extremo, no queremos volver a pasar por el dolor, por tanto, nos negamos la dicha de volver a compartir. Es necesario identificar que una mascota tiene un momento y un papel en nuestras vidas, lo cual no va a ser igual con otra mascota, pero nos puede abrir la dicha de volver a tener experiencias positivas. Esto no indica que estamos reemplazando el cariño que tuvimos, sino que, con la experiencia positiva, podemos volver a construir lazos de amor y afecto.
En el siguiente vídeo aparecen Nonita y Pelusa (madre e hija) disfrutando del juguete nuevo que le trajo su Tía Tere:
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Resignificar la pérdida. A pesar de nuestro cariño, hay una realidad, el ciclo de vida de nuestras mascotas, es diferente al nuestro, envejecen más rápido y hay algunas enfermedades que hacen que su recuperación sea difícil. Así, es necesario rescatar las lindas experiencias con el valor que tuvieron en su momento, quedarnos con lo positivo y no solo con el momento de su partida.
Reconstruir nuestro mundo. Es hora de reconocernos como el dueño de una mascota que ya no está, así es necesario reorganizar las actividades, lazos, compromisos. Esto no indica el cambiar y darle un vuelco a la vida. Más bien, retomar nuestro sentido a nuevas experiencias y motivarnos a seguir con las metas que teníamos. Aunque nuestro peludito fue muy importante, también debemos alentarnos a entender que quienes nos aman o amaron quisieran que nuestro camino continue.
Podemos igual celebrar su cumpleaños o conmemorar su partida, es una forma de aliviar el dolor y expresar que fue importante para nuestras vidas, pero que el camino sigue.
Por último, si el dolor es tan grande, que no podemos continuar, expresar el dolor o resignificarlo, es importante un acompañamiento profesional, un acompañamiento psicológico que nos permita transformar la pérdida en una valiosa experiencia valiosa para la vida.
La autora es: Doctora en Psicología con énfasis en neurociencias (Neurocientífica y Psicóloga), y Docente en la Escuela de Posgrados Psicología Clínica. Posee un PhD. en Neurociencias cognitivas aplicadas, y un Mg. en psicoterapias de tercera generación.
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Sus consejos y recomendaciones están publicados originalmente en el WebSite de la Fundación Universitaria Konrad Lorenz en el siguiente enlace:
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